RUMANIA

Cultura, Arte, Espiritualidad


Arte plástico

La amplitud y el brillo de las pinturas al fresco de los monasterios del Noreste de Moldavia - Voronet, Moldovita, Sucevita, Arbore, Humor, Pãtrãuti - han determinado al gran bizantinólogo André Grabar a considerar este fenómeno artístico "un libro ilustrado abierto a todas las páginas".

Conservando sus lazos con el fondo bizantino, la cultura de la época moderna manifiesta una fuerte tendencia a acercarse a los movimientos artísticos europeos, de donde han venido, sucesivamente, ecos renacentistas, románticos, académicos, impresionistas.

Nicolae Grigorescu e Ion Andreescu trabajaron durante un período en Barbizon, al lado de los artistas que iniciaron el movimiento impresionista. Estos dos pintores, al lado de Stefan Luchian, quien trae los elementos del Art Nouveau y expresionistas, representan la tríade de los fundadores de la pintura rumana moderna. En la primera mitad del siglo XX, les seguirán otras fuertes personalidades, que han abierto nuevas vías en la pintura rumana.

Después de haber hecho su debut antes de la Segunda Guerra Mundial, una serie de artistas continúan su actividad en los decenios siguientes, enriqueciendo el patrimonio artístico nacional pese a las vicisitudes del período totalitario. Mencionamos a Ion Tuculescu, Henri Catargi, Alexandru Ciucurencu, Catul Bogdan, Margareta Sterian, Lucia Dem. Bãlãcescu, Paul Miracovici, Micaela Eleutheriade, Corneliu Baba. Una parte de los pintores rumanos valiosos de ese período ha trabajado sobre todo en el extranjero.

La escultura rumana y universal moderna estuvo marcada por la aparición de Constantin Brâncusi, el que ha reestructurado el lenguaje de la escultura del siglo XX.

Si Brâncusi ha revitalizado la expresión abstracta del arte arcaico, Dimitrie Paciurea se ha dirigido hacia aquellas representaciones mitológicas, figurativas y fantásticas de los antiguos repertorios simbólicos, cuyas funciones siguen siendo actuales.

Con Gheorghe D. Anghel la escultura rumana adquiere la pureza y la severidad de la forma bizantina, controladas por un espíritu alimentado de ideales clásicos.

En las últimas décadas, la pintura se ha afirmado por nuevas generaciones, que establecen una relación creadora con los valores del patrimonio, considerando sus estudios como un foco de la síntesis entre la lección del pasado, los ecos de las inquietudes artísticas mundiales y las tensiones inconfundibles del propio universo interior. Sobresalen personalidades como Ion Bitzan, Ion Gheorghiu, Ion Nicodim, Ion Pacea, Virgil Almãsanu, Ion Popescu-Negreni, Viorel Mãrginean, Ion Murariu, Constantin Piliutã, Sabin Bãlasa, Ion Sãlisteanu, Paul Gherasim, con obras catalogadas.

La escultura ha recuperado, sobre todo en los sesentas, orientaciones que realzan la vía abierta por Brâncusi, entre el arte popular y el pensamiento plástico moderno. Véase las obras de George Apostu, Ovidiu Maitec, Gheorghe Iliescu-Cãlinesti, Mihai Buculei, Napoleon Tiron.

Empezando con los setenta se han organizado simposios de escultura, campamentos de creación llegados a ser auténticos museos al aire libre, en Mãgura Buzãului, Cãscioarele, Arcus, Galati, Buteni, etc.

Libros

En los museos de los monasterios de Rumanía se conservan manuscritos miniados de alto valor artístico, escritos en eslavón, griego y rumano.

Durante las primeras décadas del siglo XVI se crearon las imprentas de Bucarest, Târgoviste, Brasov, Iasi, Alba Iulia, Râmnic, Buzãu, Blaj.

A partir del año 1559, el diácono Coresi desarrolla una intensa actividad en su imprenta de Brasov, donde imprime en rumano Catehismul (El Catecismo) en 1559, seguido por Tetraevangheliarul (El Evangelio) en 1561, Apostolul (El Apóstol) en 1653, Liturghierul (Misal) y Psaltirea (Salterio) en 1570, Evanghelia cu Învãtãturi (Evangelio con enseñanzas) en 1581, Palia de la Orãstie (La Biblia de Orãstie) en 1582. Divanul sau gâlceava Înteleptului cu lumea (El Diván o la disputa del sabio con el mundo), aparecido en 1698, el primer escrito filosófico en rumano de Demetrio Cantemir, Capetele de poruncã (Las razones del mando), en 1714, un manual de derecho civil escrito por el metropolitano Antim Ivireanul, Jurnalul de cãlãtorie în China (Viaje a China), aparecido entre 1675 y 1678, en tres tomos, de Nicolae Milescu, El fisiólogo (1693), manual popular de zoologia traducido por Costea Dascãlul de Scheii Brasovului, Historia política y geográfica de los Países Rumanos (1688-1695), de Constantino Cantacuzino se nombran igualmente entre los grandes valores del patrimonio de libros rumanos antiguos.

Literatura
Las obras literarias que representan una primera etapa en la evolución de la literatura rumana moderna pertenecen a una generación de escritores afirmados en los años cuarenta del siglo XIX, en la época histórica marcada por transformaciones sociales y políticas determinadas por las revoluciones de 1848. Los ideales de emancipación y unidad nacional, así como la voluntad de entrar en el patrimonio cultural europeo con contribuciones originales son las líneas de fuerza que definen la literatura de los escritores más importantes de la época:

Vasile Alecsandri (1818-1890), Mihail Kogãlniceanu (1817-1891), Alecu Russo (1819-1859), Nicolae Bãlcescu (1819-1852), Dimitrie Bolintineanu (1819-1872), Gheorghe Baritiu (1812-1893), Ion Ghica (1816-1897).

La segunda mitad del siglo XIX fue, en cuanto a la creación literaria, un período de florecimiento y hasta de culminación. Es el período de los grandes clásicos de la literatura rumana: el poeta nacional, Mihai Eminescu (1850-1889), los prosistas Ion Creangã (1839-1889) e Ioan Slavici (1848-1925), el dramaturgo y prosista I.L. Caragiale (1852-1912), el poeta Alexandru Macedonski (1854-1920), el crítico literario y mentor cultural Titu Maiorescu (1840-1917).

En el siglo XX, antes de la instauración del comunismo a raíz del golpe de Estado del 23 de agosto de 1944, la literatura rumana tuvo una evolución ascendente, culminando con la brillante generación de escritores afirmados entre las dos guerras: Mihail Sadoveanu (1880-1961), Liviu Rebreanu (1885-1944), Lucian Blaga (1895-1961), Tudor Arghezi (1880-1967), Ion Barbu (1895-1961), George Bacovia (1881-1957), Hortensia Papadat-Bengescu (1875-1955), Camil Petrescu (1894-1957) y otros.

Algunos de estos escritores siguen su obra en la postguerra, evitando en lo posible los compromisos que impuso la nueva ideología. Junto a ellos aparece en los años sesenta, una nueva generación de escritores, que se destaca por sus creaciones valiosas y cuyos nombres representan sólidos puntos de referencia de la literatura rumana contemporánea: Marin Preda (1922-1980), Eugen Barbu (1924-1993), Geo Bogza (1908-1993), Ion Lãncrãnjan (1928-1991), Emil Botta (1912-1977), Nichita Stãnescu (1933-1983), Stefan Bãnulescu (n. 1929), Nicolae Breban (n. en 1934), Constanþa Buzea (n. 1941), Augustin Buzura (n. en 1938), D.R. Popescu (n. en 1935), Marin Sorescu (1936-1996), Ion Alexandru (1941- 2000) etc.

La edición de libros en las lenguas de las minorías étnicas se realiza por varias editoriales. La Editorial "Kriterion", con la sede en Bucarest, se ha especializado en este dominio, al publicar libros escritos por autores de todas las minorías étnicas, pero también traducciones de autores rumanos y extranjeros. La Editorial "Dacia" de la ciudad de Cluj-Napoca tiene secciones para los idiomas húngaro y alemán.

Teatro

Los comienzos del espectáculo dramático se encuentran en las formas primitivas del teatro popular autóctono, ocasionado por rituales mágicos, fiestas y ceremoniales.

En la Edad Media, los espectáculos de teatro popular se organizaban en las cortes principescas o de los grandes feudales y tenían carácter protocolar. En 1817 se inauguraba el teatro de Oravita, primer teatro en lengua rumana, y en 1918, el teatro de Arad.

En el año 1819, en el Teatro de Cismeaua Rosie de Bucarest se presentó "Hécuba" de Eurípides, teniendo como protagonista a Ion Heliade Rãdulescu (famoso escritor, lingüista, político y animador de la vida cultural rumana).

La Sociedad literaria, creada en 1827, ha impulsado la vida teatral de Bucarest. Sus promotores han creado la Escuela de arte dramático, otorgando un carácter permanente a las representaciones teatrales.

En 1836 se crea en Iasi el Conservatorio filarmónico-dramático. En 1848, el Teatro de Iasi, en 1852, el Teatro de Bucarest, con una sala de 1000 asientos. Las bases del teatro rumano las echa el prosista y dramaturgo Ion Luca Caragiale (1852-1912). De la galería de grandes actores afirmados en las primeras décadas de actividad del Teatro Nacional de Bucarest cabe mencionar a Grigore Manolescu, Stefan Iulian, Aristizza Romanescu, C.I. Nottara, Aristide Demetriad, Ion Brezeanu.

En el período de entreguerras, la literatura dramática rumana se ha desarrollado, enfocando los problemas esenciales de la existencia humana, considerados desde un punto de vista filosófico. Los dramaturgos más representativos de este período son Camil Petrescu (1894-1957), Lucian Blaga (1895-1961), Victor Eftimiu (1889-1972), Mihail Sebastian (1907-1945), Victor Ion Popa (1895-1946) y Tudor Musatescu (1903-1970).

En la dramaturgia contemporánea rumana han dejado sus huellas autores de referencia, como Horia Lovinescu, Teodor Mazilu, D.R. Popescu, Marin Sorescu, Tudor Popescu, Iosif Naghiu, Matei Visniec.

Entre los más importantes directores de escena hay que mencionar a Liviu Ciulei, Lucian Pintilie, Silviu Purcãrete, Cãtãlina Buzoianu, Alexandru Tocilescu, Andrei Serban.

Musica

Fuentes arqueológicas, documentos y testimonios iconográficos atestiguan la existencia de una cultura musical bien individualizada en la Dacia prerromana y romana. El aumento del número de la población dacio-romana del Norte del Danubio permitió el fomento de formas de la música de culto.

En la Edad Media, el arte rumano llegó a ser una realidad espiritual original, reconocida en aquella época. El baile valaco es mencionado en los códices musicales europeos.

En la música litúrgica, el elemento autóctono comenzó a imponerse. La Escuela de Putna fue, a lo largo de casi un siglo, entre 1490 y 1585, la escuela de música rumana más importante. A la vez con el fenómeno componístico de Putna, se afirmó la Escuela contrapuntista transilvana, de las ciudades de Sighisoara, Bistriþa, Sibiu y Brasov.

Los períodos que han sucedido a la Unión de los Principados Rumanos (1859) y a la conquista de la independencia estatal de Rumanía (1877) han conocido un desarrollo de los valores culturales y artísticos rumanos. Los primeros conservatorios de música y declamación se crearon en Iasi (1860) y Bucarest (1864); en 1868 se creaba la Sociedad Filarmónica Rumana.

Inspirándose en el folclore, compositores como Alexandru Flechtenmacher, Eduard Caudella, Gavriil Musicescu, Ciprian Porumbescu, Gheorghe Burada y Gheorghe Dima componen música coral y vocal-instrumental, óperas, operetas y vodeviles. La obra y actividad de estos fundadores de la música rumana profesional marca el nacimiento y el despunte de la escuela nacional de música, que anuncia la aparición de un músico genial: George Enesco (1881-1955), cuya creación, que se extiende por seis décadas, atraviesa varias etapas históricas de la música, elevando el valor de la música rumana moderna al nivel del arte universal.

De la misma generación que Enesco, en la cultura nacional musical se han impuesto D.G. Kiriac, Sabin Drãgoi, Dimitrie Cuclin, Martian Negrea, Mihail Jora, Al. Zirra, Paul Constantinescu, Tiberiu Brediceanu. En las últimas décadas ha despuntado una generación de directores de orquesta de gran valor, así como muchos solistas instrumentistas.

Cinematografia

En 1896, en Bucarest, la redacción del periódico L`Indépendance Roumaine albergaba la primera proyección cinematográfica con películas de los hermanos Lumière. En 1902, un fotografo rumano, Paul Menu, realiza las primeras actualidades cinematográficas, rodadas en Bucarest y Galaþi con un aparato Lumière.

Grigore Brezeanu realizó en 1912 la película "Independencia de Rumanía", evocación de la guerra rumano-ruso-turca de 1877-1878. En 1924 debutaron dos directores talentosos, Jean Georgescu (1904-1993) y Jean Mihail (1896-1963). En 1938 se creó la Oficina Nacional Cinematográfica . En la edición de 1938 del Festival cinematográfico de Venecia, la película documental "La tierra de los moti", realizada por Paul Cãlinescu, obtuvo el Gran Premio.

Fundador de la escuela rumana de animación, Ion Popescu-Gopo hace su debut en 1951. Su película - "Breve historia" - recibe en 1957 el gran premio "Palma de oro" en Cannes. En 1959 se inauguran los estudios cinematográficos de Buftea. En 1960 hace su debut cinematográfico, con "Las olas del Danubio", el afamado realizador Liviu Ciulei; la cinta recibió el "Globo de cristal" en Karlovy Vary. En 1965, Liviu Ciulei conquista en el Festival de Cannes el premio de la mejor dirección, su película "El bosque de los ahorcados" siendo considerada una obra maestra. Paulatinamente, está afirmándose una generación de grandes realizadores: Iulian Mihu, Manole Marcus, Malvina Ursianu, Gheorghe Vitanidis, Andrei Blaier, Elisabeta Bostan, Mircea Daneliuc, Doru Nãstase, Constantin Vaeni, Stere Gulea, Alexa Visarion, Alexandru Tatos, Dan Pita. Las más importantes películas de los últimos años son: "La encina", "Un verano inolvidable" de Lucian Pintilie, "El 11 mandamiento", "El lecho conyugal", "La náusea" y "El senador de los caracoles" de Mircea Daneliuc, "Hotel de lux" (León de plata en el Festival de Venecia, 1992), "Pepe y Fifi" de Dan Pita.

fuente: Embajada de Rumanía en el Reino de España